2.10.05

Desastre masivo


Y el mundo estalló, pero estalló adentro y todo alrededor.

La música dejó de sonar.

La casa tembló un poco.

Agnes se restó de su hogar y se sumó al griterío callejero, que reclamaba cuidado y ayuda.

Y caminando por la calle, acompañada de cientos de transeúntes vestidos de derrotas argentinas, (el polvo en el viento, y el sudor en las lágrimas) se cruzó con un extraño, quien la tomó por los hombros y le advirtió en voz bien alta que se aleje de la masa de personas que buscaba respuestas. Se asustó un poco, pero el hombre se alejó rápidamente en sentido contrario, empujando gente a su paso.

¿Sería una especie de revolución proletaria? ¿La democracia había terminado?

Y caminó, sola, como siempre… a pesar de la compañía de estos seres mundanos.

Y notó en el camino cómo se asimilaba ese desastre masivo con el de su propia existencia. Estallante. Revolucionado. Lleno de extraños, lleno de contrariedades.

Su mundo era así.