Allá afuera.
Miedo de telarañas y otras vagancias. Mis aventuras ya no son las mismas. Antes era salir del refugio de mi familia, encontrarme con ellos, meternos en casas abandonadas y volver a mi hogar con varios rasguños, moretones y victorias en mi haber. Ahora salir de casa es una lucha y volver, otra, aún más traumática. Lo cual hace el itinerario mucho más estrellante, más horrible y doloroso. Pie tras pie, tratando de caminar, tratando de no tropezar. Colectivos con gente que no entienden, y cuadras que no puedo hacer sola. Piernas encadenadas, cuerpo carcelero.
Pero reflexiono: si antes era una victoria tener aventuras barriales y conquistas a mansiones clandestinas… llegar a casa ahora con 19 años y esclerosis múltiple, ¿es una victoria mayor?