Tengo miedo de...
Encontrarme conmigo otra vez enjaulada.
No encontrar la llave. Servirte de carnada.
Circular tus sorpresas abandonadas.
Perderme. Perderte. Perderlos.
No animarme a luchar. Perder la batalla.
Descreer.
Conocerte en lo más lejano de tus insensatos delirios.
Verte de nuevo.
No ver a papá en otros dos años.
Fracasar mis intentos de musicalizar mi destino.
Competir p0r tu descaro.
Seducir mis ideas.
Que el torbellino arrase con lo ultimo de mi alma.
Fallarte, herirte, hacerte llorar, hacerte enojar, Dios, perdoname.
No dormir, comer, no reir, caminar.
Mundo Encima
Sé mi salvador porque el mundo se me viene encima (mundo: esa conspiración de accidentes en contra de mi corazón, salpicado de enfermas circunstancias, o sea; yo misma). No tengo escapatoria de mí. No tengo adonde correr de mi propio perseguimiento, de mi propia caza de alegrías. Estoy sola conmigo, sé mi salvador. Sacame de los encierros de las melancolías presentes (presentes: 1. de ahora, 2. que están por acá, 3. regaladas y por regalar). Estoy agitando mi propio aburrimiento con partidas solitarias y charlas al viento. Mi condición me abruma, mi salvataje es escaso, mi sobrevivencia es dudosa, sé mi salvador.
Otro mientras
Mientras más callo más abrumador es el estandarte de promesas.
Mientras más hablo más me enamoro de vos. No puedo dejar de escribirte, invisible admirador. Se que pronto te voy a ver y río.
Mientras más te miro menos te encuentro.
Mientras más te busco más envuelvo todo lo que me pasó (en una bolsa de supermercado infinitamente durable) como si nada me hubiera dolido.
Te amo (y amo los paréntesis, especialmente los que guardaron tanta soledad, tanto “vos y yo”; desencuentros y episodios de luchas ganadas).
Te amo (y tu murmullo, ese que viene después de todo lo demás. Me encantan las mañanas de mayo, porque me regalás nuevas nubes, nuevos paseos, y nuevas caricias).
Te conozco más que ayer, que decidí no pensar en eso y me premiaste.
Mientras...
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Mientras espero
Sabor amargo, tiempo de otras caricaturas. Tanto desperdicio en segundos, que al fin son tantas desesperanzas. La quietud de esas voces, la sutileza encarnada en lagrimas. Quisiera volver a casa, a mi verdadero hogar.
